Innovación y cultura: Pallay
- JC LOPEZ Y ASOCIADOS LOPEZ
- 11 feb
- 4 Min. de lectura
El arte vivo de las manos altoandinas: la magia de la moda sostenible.
“Los textiles de las mujeres altoandinas no solo cuentan historias; expresan la esencia de su voz, la belleza de lo tradicional”.

La mística brújula del corazón guía a los viajeros por senderos de piedras y rieles hasta las imponentes montañas del Valle de Urubamba. La naturaleza pinta amaneceres en tonos amarillos, mientras los rayos del sol y las nubes blancas se desvanecen a lo largo de la tarde. Las primeras gotas de lluvia acarician las manos de las mujeres textileras en los pueblos andinos.
Los incas solían transmitir su cosmovisión, su sentido del espacio y su vida social a través de sus telares. La belleza del telar no es solo una historia viva; es también un acto de amor hacia la naturaleza y los recursos que la madre tierra nos brinda. Cada telar utiliza colores naturales obtenidos de hierbas y granos andinos, y sus diseños iconográficos y geométricos preservan la memoria del Tahuantinsuyo.
Así, los amantes de lo antiguo y de la serenidad de las montañas permiten que su brújula interior, la intuición del corazón, los guíe hacia nuevos horizontes en sus vidas. Se entregan a los colores, la creatividad y la tradición. Alejandra y Marcelo descubrieron en el Valle de Urubamba un espacio para disfrutar del presente, fortalecer la armonía familiar y tejer conexiones con las mujeres textileras altoandinas. Juntos se convirtieron en un puente entre la mística cuzqueña y la modernidad del mundo de la moda.
¿Cómo fue tu encuentro con las comunidades de Cusco?
Desde 2014, hemos vivido en Cusco con nuestra familia. En aquel entonces, trabajaba en una reconocida empresa en el área de comunicación interna. Durante una de las campañas de la empresa para promover la ayuda social en las comunidades, organizamos una celebración navideña y proporcionamos servicios básicos como la electricidad. Me convertí en aliada clave para llevar a cabo estas acciones.
Fue entonces cuando contacté a la comunidad y conocí a las talentosas mujeres y su extraordinario arte textil. Al finalizar el apoyo social de la empresa, Marcelo y yo nos preguntamos cómo podríamos seguir contribuyendo. Aunque no contábamos dinero, sí teníamos muchas ideas. Marcelo, un arquitecto creativo, y yo, apasionada por la moda y la tradición altoandina, decidimos unir nuestras fuerzas.
¿Qué significado tiene Pallay?
Nosotros respetamos la cultura y la iconografía ancestral; es un patrón que expresa los significados del entorno de las mujeres tejedoras y de la cosmovisión andina. Ellas cuentan cómo se sienten a través de los telares. Así fue como elegimos el nombre en equipo. Unimos nuestros talentos y vocaciones en sinergia.
¿En qué momento despegó el negocio?
El verdadero despegue de Pallay ocurrió cuando se unieron a nuestro equipo Juan Miguel Rivera y Úrsula Dulanto. En ese instante, sentí que Pallay había dado un salto importante. Juan y Úrsula comprendieron el valor de conectar con las comunidades (como Challwaccocha y Acchahuata) y la oportunidad de presentar al mercado internacional piezas textiles exclusivas. Su visión nos motivó a abrir nuestro primer punto de venta físico, denominado Casa Pallay.
De las crisis surgen las mejores oportunidades
La calma que irradia Alejandra hace que África, su pequeña perrita, se mantenga cerca de sus pies durante cada entrevista. En casa, casi todos se han adaptado a ver a mamá equilibrar el tiempo. El gran desafío que enfrenta Alejandra, además de administrar una empresa con numerosas familias detrás, es también guiar a su propia familia. Domenica, Rafaela y Fernanda, sus tres hijas, han aprendido a acompañar este dinámico ritmo entre el valle y la mística ciudad de Cusco.
¿De quién heredaste el chip emprendedor?
Mis padres siempre respetaron mi esencia, desde muy chica me sentí escuchada y fortalecida. Entendí que mi corazón es mi brújula personal. Aunque mi madre construyó una carrera laboral en una empresa y mi padre siempre fue más aventurero en los negocios, yo creo que todos podemos generar un chip emprendedor.
¿A qué te dedicabas antes?
Antes trabajaba como consultora en empresas, siguiendo una trayectoria corporativa en el ámbito de la comunicación interna y organizacional. Entonces, la incertidumbre no solía aparecer cada mes, ya que contaba con un sueldo fijo. Sin embargo, emprender es un viaje diferente; es como ser el piloto de tu propia vida.
¿Cuál fue la crisis más dura que enfrentaste?
La crisis más desafiante que enfrenté ocurrió cuando decidí dejar mi carrera en consultoría para dedicarme por completo a Pallay. En ese momento, renuncié a mi sueldo fijo con la esperanza de aumentar las ventas. Sin embargo, de un día para otro, la ciudad vivió uno de los estallidos sociales más graves. Hubo protestas, y la Plaza de Cusco quedó desierta. Los turistas no podían ingresar fácilmente, lo que paralizó nuestras ventas.
¿Cómo lo enfrentaste?
Fue un año extremadamente difícil, pero también se presentó una gran oportunidad. Ganamos un premio de la Fundación Wiese, que nos brindó apoyo económico y, sobre todo, capacitación empresarial de la mano de grandes mentores. Entonces dije: "no estoy sola contra el mundo". Existen valiosos aliados dispuestos a apoyar y colaborar.
¿Cuáles son tus mayores satisfacciones en el proceso de hacer empresa?
El impacto positivo que generamos al trabajar con las familias de mujeres artistas de las comunidades nos llena de satisfacción. Antes, el ingreso económico solo provenía de la fuerza masculina, y ellas no generaban ingresos. Ahora, ellas pueden contribuir al hogar, enviar a sus hijos a mejores escuelas para concluir sus estudios escolares. Además, me siento honrada de compartir con el mundo el arte ancestral de mi país.
¡Regálanos un consejo!
Recuerden que la brújula del corazón es tan importante como el aprendizaje en el mundo de los negocios. Así como gestionamos nuestras empresas, también debemos cultivar nuestro mundo interior, vivir el presente con conciencia y construir un mejor futuro.
Vivaces, suaves y bellas capas, chompas, ponchos y chalecos se exhiben en los estantes de la Casa Pallay, donde confluyen la tradición viva del arte textil de los Andes y la innovación de la moda. El diseño fresco y la creatividad de aquellos audaces que siguen la brújula de su interior se hacen presentes, aquí, en esta mixtura de la calma del valle y la mística de la ciudad inca.
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